DUELE SABER

          Duele saber que mueren. Duele más saber que los matan. Duele aún más saber que los matan sus hermanos. Duele profundamente saber que sus hermanos los matan no porque quieran matarlos, sino porque hay poderosos que creen y hacen creer que sus muertes son necesarias. Duele terriblemente que sus muertes no importen tanto como los intereses de poder. Duele en el alma saber que ya estaban muertos antes de morir, porque como esa cosa llamada nación no se ha sostenido en su presencia y participación histórica, fueron ignorados al punto que se ha sospechado siempre de su identidad, y hasta ha resultado más conveniente condenarlos, por tanto, matarlos antes de morir para que así sus muertes ya no duelan. Duele y enoja saber que siguen muriendo en las conciencias de muchos de sus hermanos, debido a que quienes tienen el encargo de visualizar sus muertes en la realidad han elegido el olvido intencionado. Duele entonces que a muchos no solo no les duela sus muertes, sino que las celebren. Duele sin remedio saber que no saben qué hacer para que ya no sigan muriendo y, más aún, no quieren saber qué hacer.